De tapas
Esta es la tapa de A su imagen y semejanza. Si sos uruguayo, tal vez ya la viste en algún sitio. Fue una tapa que recibió todo tipo de críticas, dentro de mi mundo más íntimo, obvio, porque como ya dije, no estuvo en boca de muchos medios. La elección estuvo a cargo de Graciela Pujol, la editora de Dobleclic. Estuvimos pensando en una tapa todo el tiempo mientras nos reuníamos para discutir las correcciones de estilo. No estaba en mi horizonte imaginable la posibilidad de que mi amigo Nelson Balbela, el artista que vive en Los Angeles, estuviera a cargo de ella. Hacía años que le había perdido la pista y, si estaba vivo o muerto, yo lo ignoraba. El le había cedido a mi marido una pintura para la tapa de su primer libro de filosofía, Igualdad y justicia, que quedó muy linda:
Es un ser andrógino, que blande dos serpientes, una en cada mano. Representa la misma ambigüedad y dificultad del título del libro, ¿cómo acompasar la igualdad y la justicia, si no somos todos iguales? (esta es una interpretación mía; seguro que si Gustavo la lee, no va a gustarle, shhh...) No fue diseñada para el título del libro, ni mucho menos; de hecho, la pintura se llama "In the garden", pero cayó como anillo al dedo.
Ya reencontrado Nelson, gracias a esta maravilla que es la red, le volvió a ceder un collage de imágenes para su último libro, que luce así:
Pueden imaginar que si Nelson hubiera estado en nuestras vidas en el año 2006, la tapa de A su imagen habría sido mucho más interesante. En fin.
Resultó ser que Graciela, la editora, me pidió que les pidiera (valga la redundancia) fotos a "mis travestis", como les decíamos entre nosotras a las chicas que habían accedido a que yo les robara sus historias para mi novela. Tormenta (en el libro, aunque en la vida real tiene un nombre igualmente exótico, pero no lo develaré ni siquiera aquí), con la que yo tenía una relación más estrecha, más intelectual, digamos, similar a la que el protagonista tiene con ella en la ficción, me prestó una docena de fotos para que eligiéramos. La foto de la tapa muestra a Tormenta toda producida en un bar junto a otra chica trans. A mí no me llamó la atención la imagen cuando todavía era una foto casera, pero Graciela se la quedó mirando largamente, dándole vueltas entre los dedos mientras miraba casi sin interés las demás que yo le mostraba. "Simmm... podría ser..." y volvía sus ojos al bar penumbroso donde Tormenta desafiaba a la cámara con su actitud de adolescente escandalosa. Al final optó por esa, como había hecho desde un principio, y no escuchó si yo tenía o no algo para decirle. Se había encaprichado. Decidimos que les quitaríamos el rostro, porque la idea era que representara a cualquier chica trans que pudiera identificarse, y no a Tormenta en especial. El color rojo lo elegí yo. El resultado fue el que ustedes pueden ver al comienzo de esta entrada. Recuerdo claramente cuando le llevé las pruebas de la tapa a Tormenta, para que las aprobara. Como siempre, me esperaba ilusionada, un suave rubor en las mejillas que me decía que se sentía importante con la visita de "una escritora". Ella no sabía que la que me sentía importante era yo, siendo aceptada en su casa por alguien que había sabido tan rotundamente quién quería ser, que había abandonado todo, familia, amores, e incluso reconocimiento social, por lograrlo. Yo era una vulgar mujer burguesa casada y con dos hijos, y el hecho de que ella me contara todos sus secretos y sus sueños y que se sintiera honrada de poder hacerlo, me convertía a mí en alguien importante. Abrí la carpeta donde llevaba las pruebas y saqué el papel satinado, tamaño A4 con la foto de Tormenta pasada por photoshop y el fondo rojo incendio, y lo apoyé sobre la mesa. Tormenta se puso las manos sobre el pecho, como si estuviera reteniendo a su corazón, que no se le escapara de ahí dentro. En una voz casi inaudible, me dijo: "Es... alucinante..." Y por los minutos siguientes no hizo otra cosa que mirarse en la imagen que no era totalmente ella pero le recordaba lo que se había atrevido a hacer con su vida.
Meses después, me entrevistaron Petru Valenski y el Fito Galli para el programa de cable "Dos por noche". Fue el día en que toqué el cielo con las manos de lo famosa que me sentí. Nunca antes, y nunca después, sentí el glamour tan cerca, girando alrededor de mí en las palabras, las actitudes y el maquillaje de Petru y el Fito. Vestían de mujeres, como en todos los programas, y sus chistes se salían una y otra vez del libreto, tanto que Omar Varela, el director, sentado fuera de cámaras pero muy cerca de ellos, les hacía gestos todo el tiempo, y ellos, siempre sueltos, siempre dueños de la situación, se decían al aire "cortémosla, que se nos enoja Varela". Cuento esto para ubicar ese día que está entre uno de los más maravillosos en mi memoria, y relatar cómo el Fito Galli me expresó su opinión respecto a la tapa, de la que hasta el momento yo estaba tan orgullosa. Dijo, después de elogiar la historia de la novela: "Pero, perdoname, ¿no? Decime a quién se le ocurrió diseñar la tapa de esa manera... te juro que es la tapa de libro más terraja que he visto en mi vida!". Que me lo dijera un artista como él me llenó de humillación, y no osé decirle que a mí, hasta ese momento, me había gustado... Le dije, hipócritamente: "Cosas de la editorial, ¿viste?". Y él hizo un gesto de comprensión, como si sus palabras fueran: "Estas editoriales que no saben nada de nada...". A partir de ese día, ODIO LA TAPA!! Pero ya no se puede cambiar. Únicamente con una reedición, pero lejos está de lograrse algo así.
Y con esto termino la segunda entrada de mi blog.
Es un ser andrógino, que blande dos serpientes, una en cada mano. Representa la misma ambigüedad y dificultad del título del libro, ¿cómo acompasar la igualdad y la justicia, si no somos todos iguales? (esta es una interpretación mía; seguro que si Gustavo la lee, no va a gustarle, shhh...) No fue diseñada para el título del libro, ni mucho menos; de hecho, la pintura se llama "In the garden", pero cayó como anillo al dedo.
Ya reencontrado Nelson, gracias a esta maravilla que es la red, le volvió a ceder un collage de imágenes para su último libro, que luce así:
Pueden imaginar que si Nelson hubiera estado en nuestras vidas en el año 2006, la tapa de A su imagen habría sido mucho más interesante. En fin.
Resultó ser que Graciela, la editora, me pidió que les pidiera (valga la redundancia) fotos a "mis travestis", como les decíamos entre nosotras a las chicas que habían accedido a que yo les robara sus historias para mi novela. Tormenta (en el libro, aunque en la vida real tiene un nombre igualmente exótico, pero no lo develaré ni siquiera aquí), con la que yo tenía una relación más estrecha, más intelectual, digamos, similar a la que el protagonista tiene con ella en la ficción, me prestó una docena de fotos para que eligiéramos. La foto de la tapa muestra a Tormenta toda producida en un bar junto a otra chica trans. A mí no me llamó la atención la imagen cuando todavía era una foto casera, pero Graciela se la quedó mirando largamente, dándole vueltas entre los dedos mientras miraba casi sin interés las demás que yo le mostraba. "Simmm... podría ser..." y volvía sus ojos al bar penumbroso donde Tormenta desafiaba a la cámara con su actitud de adolescente escandalosa. Al final optó por esa, como había hecho desde un principio, y no escuchó si yo tenía o no algo para decirle. Se había encaprichado. Decidimos que les quitaríamos el rostro, porque la idea era que representara a cualquier chica trans que pudiera identificarse, y no a Tormenta en especial. El color rojo lo elegí yo. El resultado fue el que ustedes pueden ver al comienzo de esta entrada. Recuerdo claramente cuando le llevé las pruebas de la tapa a Tormenta, para que las aprobara. Como siempre, me esperaba ilusionada, un suave rubor en las mejillas que me decía que se sentía importante con la visita de "una escritora". Ella no sabía que la que me sentía importante era yo, siendo aceptada en su casa por alguien que había sabido tan rotundamente quién quería ser, que había abandonado todo, familia, amores, e incluso reconocimiento social, por lograrlo. Yo era una vulgar mujer burguesa casada y con dos hijos, y el hecho de que ella me contara todos sus secretos y sus sueños y que se sintiera honrada de poder hacerlo, me convertía a mí en alguien importante. Abrí la carpeta donde llevaba las pruebas y saqué el papel satinado, tamaño A4 con la foto de Tormenta pasada por photoshop y el fondo rojo incendio, y lo apoyé sobre la mesa. Tormenta se puso las manos sobre el pecho, como si estuviera reteniendo a su corazón, que no se le escapara de ahí dentro. En una voz casi inaudible, me dijo: "Es... alucinante..." Y por los minutos siguientes no hizo otra cosa que mirarse en la imagen que no era totalmente ella pero le recordaba lo que se había atrevido a hacer con su vida.
Meses después, me entrevistaron Petru Valenski y el Fito Galli para el programa de cable "Dos por noche". Fue el día en que toqué el cielo con las manos de lo famosa que me sentí. Nunca antes, y nunca después, sentí el glamour tan cerca, girando alrededor de mí en las palabras, las actitudes y el maquillaje de Petru y el Fito. Vestían de mujeres, como en todos los programas, y sus chistes se salían una y otra vez del libreto, tanto que Omar Varela, el director, sentado fuera de cámaras pero muy cerca de ellos, les hacía gestos todo el tiempo, y ellos, siempre sueltos, siempre dueños de la situación, se decían al aire "cortémosla, que se nos enoja Varela". Cuento esto para ubicar ese día que está entre uno de los más maravillosos en mi memoria, y relatar cómo el Fito Galli me expresó su opinión respecto a la tapa, de la que hasta el momento yo estaba tan orgullosa. Dijo, después de elogiar la historia de la novela: "Pero, perdoname, ¿no? Decime a quién se le ocurrió diseñar la tapa de esa manera... te juro que es la tapa de libro más terraja que he visto en mi vida!". Que me lo dijera un artista como él me llenó de humillación, y no osé decirle que a mí, hasta ese momento, me había gustado... Le dije, hipócritamente: "Cosas de la editorial, ¿viste?". Y él hizo un gesto de comprensión, como si sus palabras fueran: "Estas editoriales que no saben nada de nada...". A partir de ese día, ODIO LA TAPA!! Pero ya no se puede cambiar. Únicamente con una reedición, pero lejos está de lograrse algo así.
Y con esto termino la segunda entrada de mi blog.
Las vueltas de la vida , quién iba a decir , me encantó leerte mientras hago que trabajo , en realidad fue una buena excusa para dejar de diseñar un cuarto con temática "pirates of the caribean" que junto con "princess" me tienen recontra podrido.
ResponderEliminarAhora los dos somos bloggers! , que momento! , y yo con estas mechas!.
Bienvenida!.
Sigo laburando.
n.
Sacá la aprobación y poner palabra clave que sino no te deja naides un comentario , mirá.
ResponderEliminarGracias por los consejos... Saqué la palabra clave, pero no la aprobación, por las dudas que alguien publique alguna estupidez... No los conocidos, alguien que no tenga nada que hacer y se ponga a putear en la web... En fin, traumas míos.
ResponderEliminarQué emoción recibir tus comentarios!!! I'm very happy!!!!
me encantó leer la historia de la tapa del libro, que es peculiarmente "llamativa". Del contenido del libro tuve la oportunidad de comentar-te que me atrapó. Que bueno que que estés aca, también es nueva mi incursión por estos lares.
ResponderEliminarque fuerte
ResponderEliminarfito
Fito, el comentario estuvo genial, bien sincero. Si no, no lo habría contado aquí. Es una anécdota que, como ya digo en el relato, le da un poco de glamour a mi vida convencional!!!
ResponderEliminar