Golondrinas sin retorno 2

Qué casualidad, que anoche decidí que hoy continuaría con esta historia de mis ancestros, y hoy pasé confinada prácticamente toda la mañana en la casa de mis padres. Mi madre está enferma, necesita que la acompañen al baño, y esas cosas que necesitan los viejos, mucho más si están enfermos, y mi padre es un depresivo crónico que, tan dopado se encuentra por la medicación que le dan para subirlo cuando se deprime y para bajarlo cuando le viene la euforia y se pone violento, que ya no sabe ni quién es... Sí sabe cómo se llama y quiénes son los que lo rodean, pero no sabe hacerse una taza de té. Entonces hoy, dándoles una mano, les rogué que contrataran a alguien para que se quedara con ellos gran parte del día, alguien que hiciera por ellos lo que yo no podré hacer cuando termine esta semana libre y comience a encargarme de mi trabajo y el estudio de mis hijos. "Bueno... dejanos pensar"... Su situación es calamitosa, pero calculan cada peso que van a gastar como si fuera el último, o como si fueran a tener tanto años por delante para ahorrarlos y gastarlos en algo mejor...  ¿Qué puede haber mejor que pagarle a una persona para que te cocine, te haga mandados, te limpie y te acompañe agarradito del brazo al baño? Pero sí, algo más hermoso debe haber, más allá, siempre está más allá, ¿tal vez "El Más Allá"???
Cuando converso esto con mi marido, yo exasperada, furiosa, iracunda, levantando la voz, crispando los puños y golpeando el aire porque cada vez que hablo esas cosas los verdaderos destinatarios de mi discurso no están, él me calma, hasta cierto punto, hasta el punto en que mi estado me lo permite, diciéndome que mis padres arrastran con las tradiciones de los inmigrantes, esos que se habían gastado todo lo que tenían en el pasaje a "la América", y llegaban con la firme intención de construirlo todo, todo su futuro con sus propias manos desde la aridez de donde antes no había nada: terreno, casa, familia, educación de los hijos, negocio propio. Para llegar a eso, seguramente habían contado cada moneda que tenían en el bolsillo. Mis padres son los hijos de esos emprendedores... Cargan con esas voces que aún deben resonarles en los oídos: "No gastes, no gastes, hay que ahorrar". Y hasta cierto punto entiendo. 
Y para no seguir hablando de mí, aquí va la segunda parte de la historia donde, por ahora, Leonora y su padre Antonio eran protagonista, aunque hoy introduzco a alguien nuevo...

La América era el sueño de una variedad de clases de personas en esos pueblitos de la Europa del Este, pero según me dicen de la Europa Occidental también. Estaban los que ya habían formado una familia, y no veían un futuro muy claro para sus hijos. Una pequeña parcela de tierra se empequeñecía al compararla con la grandeza de sus sueños. Así marcharon jóvenes ya maduros, a quienes la vida había hecho prematuramente padres, y venían con sus esposas a abrir la brecha, dejando a sus hijos pequeños con los abuelos. Esos fueron los que generalmente conservaron a la familia. Un par de años después, algún tío se hacía cargo de venirse a la América, con el pasaje pago por los que ya se habían instalado, a cambio de que trajera con él a los niños.
Pero estaban también los que venían solos, dejando a su esposa e hijos atrás, con la promesa de mandar a buscarlos cuando se hubieran instalado. De esas parejas no todas sobrevivieron. Se cuenta de muchas mujeres que, al no recibir respuesta, emprendían el viaje solas con los hijos, para llegar y encontrarse con que el marido había formado una nueva familia. Otras no se atrevieron a hacer el viaje, y se quedaron en la Europa, sin saber si el padre de sus niños estaría vivo o muerto, dejando para siempre un hueco irrellenable en el árbol genealógico.
Estaban los un poco más jóvenes, hermanos y hermanas menores de los que se habían embarcado con su flamante familia, y que con la emancipación lograda tras sus dieciocho años cumplidos, se llenaban de valor porque sentían que su hermano ya había dejado para ellos un camino trazado. A ese grupo pertenecía Ladislava, la madre de Antonio. Ladislava, así la inscribieron en el registro en Uruguay, pero su nombre tiene más letras y se dice de otra forma, tan es así que al escucharla varias veces, sus patrones criollos optaron por llamarle "Gladys". En las primerísimas dos décadas del siglo XX, en esa aldea del medio del campo de Europa del Este, ya no importa el país, porque ni ellos mismos sabían en qué país vivían en aquel régimen semi-feudal, Ladislava había nacido en el pedacito de tierra que les había tocado a su familia de once hermanos y eso era su única verdad. Esa y que todo lo que ocurría en sus vidas estaba determinado por el Señor, un Dios que permitía que su aldea fuera asolada por guerras constantes en las que ellos no tenían participación alguna –aparte de perder todas las cosechas y animales, y recibir un aviso previo del ejército de que allí se llevaría a cabo un bombardeo, para que pudieran huir a unos refugios semi-subterráneos al abrigo del bosque cercano donde las familias enteras pasaban un día o una noche enteros, escuchando con atención y anhelando el alto al fuego, hacinados, las madres, padres y abuelos apretando a los niños contra el pecho, con poco aire y nada de comida, pero eso no importaba, porque, como decía mi abuela, cuando hay bombardeos no tenés ni hambre, ni sed, ni sueño, ni calor ni frío, sólo miedo.La convicción de que había un Dios los hacía caminar once kilómetros todos los domingos para ir a misa en la capilla más cercana, bien si la caricia tibia del viento de primavera los empujaba, haciendo volar las larguísimas polleras de las mujeres, bien si se les clavaban en los pómulos las lanzas despiadadas del invierno. Siempre me pregunté de dónde podría haber salido una fe tal, tan intensa, rayana en la superstición, cuando la realidad que los rodeaba les demostraba que su Dios no podía hacer el milagro de darles de comer todos los días del invierno, ni de evitar que murieran de cólera cinco de los doce hermanitos de la familia. Lo incomprensible era que al llegar a la misa, después de once kilómetros de chuchos o sudor, el cura les tenía preparados unos sermones donde les gritaba que todos ellos irían al infierno por cristianos sin convicción, a hervirse en los vapores olorosos a carne quemada, azotados como esclavos por diablillos de cola puntiaguda, entre los gritos eternos de tantos otros que no se habían sabido jugar por Cristo.La máxima diversión de las estaciones cálidas eran los bailes al ritmo de las dotes de algún acordeonista, donde los jóvenes, que generalmente se miraban de lejos en las callecitas de tierra de la aldea, se atrevían a invitarse a bailar, y el muchacho podía entonces tomar de la cintura a la chica, ella podía aferrarse al hombro de él, y sus manos libres unidas era el contacto piel a piel más cercano que podían soñar tener a esas edades. En invierno, el mayor bienestar era dormir junto a los animales, que como otras herramientas de trabajo se mantenían bien a resguardo bajo techo, y en la nevada campiña el establo constituía el lugar más tibio de toda la casa.
Con esos antecedentes, ciertamente el oír hablar de “la América” era la ilusión de un futuro confortable como el que nunca habían tenido.

Comentarios

  1. Me gustaría saber mas sobre Ladislava ¿Realmente se adapto a las costumbres uruguayas? ¿Sepulto completamente su idioma? ¿No tuvo un amor perdido en su país? Me gustaría que ella intercambiase cartas, tal como lo hicieron muchos extranjeros. El tema que elegiste esta muy bueno y es muy original, me gusta mucho como lo estas encarando.
    Beso




    Manu.

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  2. Manu!! El lector favorito del blog!! ;-) Genial lo que me decís, porque esto, si bien lo estoy trabajando en mi mente hace muuuuucho tiempo, lo voy armando de a poco, y a veces me pregunto cómo va a seguir. Vos me hiciste unas preguntas que me guían: cartas, amores anteriores en su país... me encantan las ideas y sí, las voy a tomar en cuenta!!! Besosssssss

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  3. Lo del amor de parejas es un recurso que casi todos los escritores utilizan(¿Sera por que rinde mas?) El amor hacia la literatura que puede sentir un lector emprendido o un escritor oculto podría abrir mucho interés, si lo sabes enfocar adecuadamente. La soledad y la incomprensión podrían ser los temas a tratar en un principio. Esto te lo escribo desde mi perspectiva, que ha de ser mucho mas inexperta que la tuya.


    Ojala que te sirva. Manu

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  4. El amor de pareja se utiliza no porque el escritor decida "esto va a rendir", sino simplemente porque es lo que más nos interesa a todos los seres humanos, inclusive el escritor...
    La soledad y la incomprensión ya es el punto de partida de esta historia, ya ves que Leonora se pregunta por qué son una generación maldita...
    Así que vamos bien encaminados!!

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