Tercer día en Chicago: downtown y jazz night
Hoy la mente me funcionó cinematográficamente. Sin proponérmelo, las peliculas me venían a la cabeza ante variadas circunstancias. Para empezar, en la camioneta cortesía del hotel que nos llevaba al "downtown", o el Centro de la ciudad. El hotel tiene esa camioneta, que da vueltas todo el día llevando y trayendo huéspedes hacia y desde la universidad y "downtown" a una variedad de horas fijas. Los días anteriores se trataba de una conductora mujer, negra, como la mayoría de las personas que trabajan en este hotel y que veo caminando por la calle, y ya les contaré por qué, todo tiene una razón. Pero hoy también era una persona negra, pero un hombre. La conductora anterior era meticulosamente discreta y hospitalaria, siempre una sonrisa pero nunca una palabra de más que pudiera hacerte sentir obligado de conversar. El hombre de hoy, todo lo contrario. El pobre muchacho que se sentó a su lado en el viaje de casi media hora se tuvo que aguantar un monólogo divertidísimo, en el que el conductor gesticulaba, le hacía de guía turístico y de paso le contaba toda la vida. El muchacho se limitaba a reírse y balbucear "mjm".
En eso me vino el primer flash cinematográfico del día. Me sonó una inflexión familiar de la voz del conductor, y me sorprendí preguntándome a mí misma: "¿Qué estoy escuchando?" De inmediato me vino a la mente el diálogo de Pulp Fiction que me sé casi de memoria de tanto mirarlo, entre John Travolta y Samuel Jackson. La frase en especial que me surgió como una grabación echada a andar en mi cabeza fue la siguiente: "You know what the funniest thing about Europe is? It's the little differences. I mean, they got the same shit over there that we got here, but it's just there it's a little different". Nunca había escuchado esa pronunciación del inglés afroamericano, pero lo curioso es que ahora me doy cuenta de que esta frase fue dicha en la película por John Travolta, por lo tanto, si bien no tiene el acento nasal de los negros, la entonación que logra es la misma. Es decir, refleja, antes que nada, no necesariamente una etnia, sino un estrato social. Busquen en youtube la escena titulada "Royale with cheese" de Pulp Fiction y escuchen la conversación. Ahora, compárenla con este monólogo del conductor. Sí, ya sé que soy loca, pero no pude evitar sacar la cámara del bolso y, fingiendo que filmaba los alrededores, grababa en realidad lo que hablaba este hombre tan gracioso, especímen de película que por primera vez yo tenía frente a frente en mi vida:
¿No entienden nada? Yo tampoco, no se preocupen. Lo único que entiendo es "New York", seguramente comparaba una ciudad y otra. Pero el acento, fascinante, me salió la veta lingüista...
En downtown, me comporté como buena turista. Subí a un rascacielos, el Hancock Observatory, desde donde se ve toda la ciudad, y uno se termina de convencer de que el Lake Michigan es tan pero tan grande, que si no tuviera agua dulce debería llamarse mar. De hecho, el lago es el recurso de agua potable de la ciudad. Pero miren bien, desde allí arriba, no se ve ni aparecer en el horizonte un atisbo de otra orilla, sólo nubes:
Después caminé por la famosa Michigan Avenue, donde se encuentra la antigua torre de abastecimiento de agua que fue el único edificio que quedó en pie en el incendio que devastó la ciudad en el año 1871. Dicen que al otro día del incendio, los evacuados volvían a mirar en qué estado habían quedado sus casas, y que la única referencia para imaginarse dónde ubicarlas entre los escombros era esta torre de agua.
Paseé por la Magnificent Mile, un trecho de la Michigan Avenue que es para compras y compras (yo no compré nada, porque soy flor de amarreta), un lugar muy cheto, y vean esta foto donde rescaté a una vieja muy chuchi de espaldas cruzando hacia Gucci (que de casualidad me salió con rima!)
En fin, todo muy bonito, pasando por frente al Chicago Tribune, el periódico tradicional, hasta llegar al río Chicago, que según dicen, en una obra de ingeniería sin precedentes le cambiaron el curso, porque estaba contaminado y desembocaba en el Lago Michigan de donde proviene el agua de la ciudad, por lo tanto hicieron que corriera en sentido contrario y dejara de desembocar allí; una obra de ingeniería admirable vista por los ojos de un ser humano, exasperante si los mira un dios, sea de la mitología griega (que ya les habría tirado un rayo a los ingenieros por soberbios) sea por el mono-Dios en el que creen las religiones más populosas del mundo (que ya ha mostrado su enojo poniendo a la naturaleza poco a poco en nuestra contra...). Me llamó poderosamente la atención el dato y hasta me horrorizó la omnipotencia del ser humano, y por suerte ese río está bien lejos de Uruguay, por las dudas de la ira divina... Acá les dejo una fotito.
Terminé el paseo en el Museo de Arte Contemoporáneo y, como siempre, vi cosas muy interesantes y cosas que, con vergüenza lo digo, sigo pensando como cuando era adolescente: "Cualquiera lo hace", pero claro, hay que llamarse "Cualquiera" y no "Helena" para ocurrírsele hacer esas cosas que hacen los artistas contemporáneos, así que mejor me callo.
Pasaron varias ambulancias y carros de bomberos por la Michigan Avenue mientras anduve por ahí y me hizo acordar a Bruce Willys y Samuel Jackson en Duro de matar 3 en que se ponen detrás de una ambulancia para lograr salir de un atolladero y llegar a tiempo al desafío planteado por "el malo" (Jeremy Irons). Esa película fue filmada en New York, pero viene al caso igual. Realmente el tránsito se detiene por completo y la ambulancia hace unas maniobras intrépidas que nunca vi en Montevideo, sale adelante y MUY rápido. Buena idea colocarse detrás de una si alguien está llegando tarde a alguna parte...
Pero ahora, lo mejor de lo mejor. Al volver, como siempre muerta de hambre porque como soy flor de amarreta (¿ya lo dije?) estoy comiendo sólo dos veces al día, jajajaja, fui al restaurant del hotel a cenar y me encuentro con un recital de jazz, que parece que hacen todos los viernes. Pues los comensales eran el 90% negros y los mozos latinos (no lo mencioné antes, pero es así, y con el mozo de la mañana hablo en español, por el acento es mexicano), así que me sentía de lo más en casa posible, aunque ellos mirándome ni se lo imaginaran, jaja. El barrio, Hyde Park, en realidad, ha tenido tradicionalmente una población afroamericana muy importante además de ser el barrio de la Universidad, por lo tanto la cantidad de negros es impresionante. Sumemos esto a que el hotel donde estoy es propiedad, según leí en una boleta, de un tal "Cortez", entonces es natural que la mayoría de sus funcionarios sean latinos, por la procedencia del mismo dueño, y negros por la ubicación en el barrio. En una noche de jazz, entonces, el clima explota. Es como estar dentro de una película (otra vez, cinematográficamente hablando), donde no sólo la banda de jazz está suspendida en el tiempo y el espacio que desde décadas se ha reproducido en el cine, sino que el público también, luciendo sus mejores galas con ropa evidentemente elegante pero que yo jamás había visto en la vida real.
Les dejo un pedacito:
Lo más emocionante fue cuando vi caminar a la cantante. La espalda muy derecha, se inclinaba como una tabla ligeramente hacia adelante, dejando muy atrás sus anchas caderas que se bamboleaban a cada paso. La viva imagen de una cantante de jazz. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Sobre todo porque (y por acá la voy terminando) me hizo recordar la escena final de una película que amo y que es "Antes del atardecer", en la que Julie Delpy le cuenta a Ethan Hawk, al ritmo de la música de Nina Simone, cómo se comportaba la cantante en conciertos. La imita moviendo las caderas justamente como yo vi moverse hoy y comportarse a la cantante de la banda de jazz.
Miren la última escena, qué belleza.
Y en fin... Estoy viviendo una película...
Hasta mañana!!
En eso me vino el primer flash cinematográfico del día. Me sonó una inflexión familiar de la voz del conductor, y me sorprendí preguntándome a mí misma: "¿Qué estoy escuchando?" De inmediato me vino a la mente el diálogo de Pulp Fiction que me sé casi de memoria de tanto mirarlo, entre John Travolta y Samuel Jackson. La frase en especial que me surgió como una grabación echada a andar en mi cabeza fue la siguiente: "You know what the funniest thing about Europe is? It's the little differences. I mean, they got the same shit over there that we got here, but it's just there it's a little different". Nunca había escuchado esa pronunciación del inglés afroamericano, pero lo curioso es que ahora me doy cuenta de que esta frase fue dicha en la película por John Travolta, por lo tanto, si bien no tiene el acento nasal de los negros, la entonación que logra es la misma. Es decir, refleja, antes que nada, no necesariamente una etnia, sino un estrato social. Busquen en youtube la escena titulada "Royale with cheese" de Pulp Fiction y escuchen la conversación. Ahora, compárenla con este monólogo del conductor. Sí, ya sé que soy loca, pero no pude evitar sacar la cámara del bolso y, fingiendo que filmaba los alrededores, grababa en realidad lo que hablaba este hombre tan gracioso, especímen de película que por primera vez yo tenía frente a frente en mi vida:
¿No entienden nada? Yo tampoco, no se preocupen. Lo único que entiendo es "New York", seguramente comparaba una ciudad y otra. Pero el acento, fascinante, me salió la veta lingüista...
En downtown, me comporté como buena turista. Subí a un rascacielos, el Hancock Observatory, desde donde se ve toda la ciudad, y uno se termina de convencer de que el Lake Michigan es tan pero tan grande, que si no tuviera agua dulce debería llamarse mar. De hecho, el lago es el recurso de agua potable de la ciudad. Pero miren bien, desde allí arriba, no se ve ni aparecer en el horizonte un atisbo de otra orilla, sólo nubes:
Después caminé por la famosa Michigan Avenue, donde se encuentra la antigua torre de abastecimiento de agua que fue el único edificio que quedó en pie en el incendio que devastó la ciudad en el año 1871. Dicen que al otro día del incendio, los evacuados volvían a mirar en qué estado habían quedado sus casas, y que la única referencia para imaginarse dónde ubicarlas entre los escombros era esta torre de agua.
Placa explicando lo que ya les dije |
En fin, todo muy bonito, pasando por frente al Chicago Tribune, el periódico tradicional, hasta llegar al río Chicago, que según dicen, en una obra de ingeniería sin precedentes le cambiaron el curso, porque estaba contaminado y desembocaba en el Lago Michigan de donde proviene el agua de la ciudad, por lo tanto hicieron que corriera en sentido contrario y dejara de desembocar allí; una obra de ingeniería admirable vista por los ojos de un ser humano, exasperante si los mira un dios, sea de la mitología griega (que ya les habría tirado un rayo a los ingenieros por soberbios) sea por el mono-Dios en el que creen las religiones más populosas del mundo (que ya ha mostrado su enojo poniendo a la naturaleza poco a poco en nuestra contra...). Me llamó poderosamente la atención el dato y hasta me horrorizó la omnipotencia del ser humano, y por suerte ese río está bien lejos de Uruguay, por las dudas de la ira divina... Acá les dejo una fotito.
Terminé el paseo en el Museo de Arte Contemoporáneo y, como siempre, vi cosas muy interesantes y cosas que, con vergüenza lo digo, sigo pensando como cuando era adolescente: "Cualquiera lo hace", pero claro, hay que llamarse "Cualquiera" y no "Helena" para ocurrírsele hacer esas cosas que hacen los artistas contemporáneos, así que mejor me callo.
Pasaron varias ambulancias y carros de bomberos por la Michigan Avenue mientras anduve por ahí y me hizo acordar a Bruce Willys y Samuel Jackson en Duro de matar 3 en que se ponen detrás de una ambulancia para lograr salir de un atolladero y llegar a tiempo al desafío planteado por "el malo" (Jeremy Irons). Esa película fue filmada en New York, pero viene al caso igual. Realmente el tránsito se detiene por completo y la ambulancia hace unas maniobras intrépidas que nunca vi en Montevideo, sale adelante y MUY rápido. Buena idea colocarse detrás de una si alguien está llegando tarde a alguna parte...
Pero ahora, lo mejor de lo mejor. Al volver, como siempre muerta de hambre porque como soy flor de amarreta (¿ya lo dije?) estoy comiendo sólo dos veces al día, jajajaja, fui al restaurant del hotel a cenar y me encuentro con un recital de jazz, que parece que hacen todos los viernes. Pues los comensales eran el 90% negros y los mozos latinos (no lo mencioné antes, pero es así, y con el mozo de la mañana hablo en español, por el acento es mexicano), así que me sentía de lo más en casa posible, aunque ellos mirándome ni se lo imaginaran, jaja. El barrio, Hyde Park, en realidad, ha tenido tradicionalmente una población afroamericana muy importante además de ser el barrio de la Universidad, por lo tanto la cantidad de negros es impresionante. Sumemos esto a que el hotel donde estoy es propiedad, según leí en una boleta, de un tal "Cortez", entonces es natural que la mayoría de sus funcionarios sean latinos, por la procedencia del mismo dueño, y negros por la ubicación en el barrio. En una noche de jazz, entonces, el clima explota. Es como estar dentro de una película (otra vez, cinematográficamente hablando), donde no sólo la banda de jazz está suspendida en el tiempo y el espacio que desde décadas se ha reproducido en el cine, sino que el público también, luciendo sus mejores galas con ropa evidentemente elegante pero que yo jamás había visto en la vida real.
Les dejo un pedacito:
Lo más emocionante fue cuando vi caminar a la cantante. La espalda muy derecha, se inclinaba como una tabla ligeramente hacia adelante, dejando muy atrás sus anchas caderas que se bamboleaban a cada paso. La viva imagen de una cantante de jazz. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Sobre todo porque (y por acá la voy terminando) me hizo recordar la escena final de una película que amo y que es "Antes del atardecer", en la que Julie Delpy le cuenta a Ethan Hawk, al ritmo de la música de Nina Simone, cómo se comportaba la cantante en conciertos. La imita moviendo las caderas justamente como yo vi moverse hoy y comportarse a la cantante de la banda de jazz.
Miren la última escena, qué belleza.
Y en fin... Estoy viviendo una película...
Hasta mañana!!
Excelente cronica, fotos y video Helenita !! debe ser asi como vos decis de pelicula, si podes, visita los rascacielos mas antiguos, son un paradigma para la arquitectura moderna, ya que el el Arq, Sullivan fue el primero en hacerlos, alli en la ciudad de los "vientos".
ResponderEliminarA mí también me encantó, sobretodo las referencias cinematográficas... Antes del atardecer es una peli que me encanta, y no sé de memoria los diálogos (como vos sabés de pulp) pero casi que sé de qué hablaron en el barco en el sena, en el taxi, en el pasto acostados mirando el cielo en un parque, y el día de la música de jazz... me encanta que sea a tiempo real... que el paseo por París sea de los protagonistas y del espectador y que el tiempo del que disponen sea exactamente el mismo... o casi... Disfrutá de todo esto, se ve que lo hacés... la cabeza te vuela a mil... ja jaja beso y hasta mañana.
ResponderEliminarfer
Tenés que arrancar para guía turística o escribir guías turísticas, me parece que por ahí vamos a lograr lo único que nos interesa en la vida que es hacernos ricos, jaja. Buenísimo
ResponderEliminarMuy bueno Helena, me parece estar ahí contigo, por lo detallista que sos comentando.- Gustavo...un genio,su comentario fue muy sincero.- BS Silvia
ResponderEliminarexcelente Helena, buenisias fotos ademas! segui disfrutando y aprontate para jornada de cuentos al regreso
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