Quinto día en Chicago: todo lo que hoy no fui

Hoy no fui madre, ni docente, ni cocinera, ni esposa, ni mucama, ni turista, ni siquiera amiga, no fui parte de una muchedumbre y tampoco me preocupé por vestirme bien ni maquillarme. Hoy fui una dominguera más a orillas de un pedazo de agua que puede estar en cualquier parte del mundo, bajo un cielo azul y un sol precioso, creyendo, una vez más, que estaba frente al Río de la Plata, Playa Ramírez para ser más precisa, por lo manso, por eso me sorprendí preguntándome sin darme cuenta por qué no había venido con Leo, Gustavo o Emi, pero claro, están muy lejos, y esta Playa Ramírez sin arena resulta estar en el hemisferio norte... El paseo por el parque que queda cruzando la Lake Shore Drive, un poco más al sur, fue una linda forma de pasar la mañana de sol y olvidarme de mis roles por completo, sobre todo el de turista, que debe de ser uno de los más estresantes que existen... ¿No me creen? Yo vivo obsesionada por todas las cosas que me recomendaron hacer y que no voy a  hacer de ninguna manera porque me molesta, aburre, da pereza, y otros verbos! Porque también a veces pienso que las maratones turísticas son una ridiculez, porque justamente con frecuencia ni la misma gente del lugar han ido a los sitios que visitan los turistas, y si uno quiere conocer de verdad una ciudad debe hacer lo que hace la gente de ahí, y no lo que hacen los turistas japoneses... Entonces me satisfizo ser la dominguera, recordando que no estaba en Montevideo sólo por poder observar a lo lejos esos rascacielos, que en perspectiva me dan bastante miedo... me hacen sentir tan pequeña...


Y me satisfizo también caminar entre los árboles de otoño y las ardillas (sí, otra vez, si pudiera me llevaba una para casa)...

...e imaginarme que si hiciera un poco menos de frío habría metido los pies en el río, digo, el lago...


Y caminé, y caminé, entre los ciclistas y los caminantes, y observé que la gente se saluda, me saludaban. En Montevideo pasamos uno junto al otro, y si las miradas por casualidad se tocan, enseguida se apartan, tímidamente. ¿Lo notaron? ¿Es antipatía o timidez? Acá siempre me miraron a los ojos y me sonrieron quienes se cruzaron conmigo. ¿Será el ambiente dominguero, que pone a todos en un estado de ánimo amigable? No sé, me gustó.
Y muuuuucho más me gustó la tarde encerrada en el hotel, cuando no fui ninguno de mis roles, pero mucho menos turista, y tampoco docente.... cuando volví a ser estudiante.


Y más me valía, jeje, porque mañana es la cita en el Olimpo...
Besos.

Comentarios

  1. Amiga, el fin de semana no leí tu diario, ayer tampoco pude mucho... y la ansiedad pudo más... fui directamente al Olimpo y luego volví a bajar... y me encantó el domingo tuyo... me alegro que hayas disfrutado todo eso, sin embargo la cara de concentración demostró que los nervios del ascenso al olimpo tuvieron su efecto... ja ja ja besos
    fer

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