Hay muertes y muertes

Mi padre está en una casa de salud desde hace una semana.
Hace dos años que está por decisión propia postrado en una cama, negándose a levantarse y a recibir visitas, pero hasta ahora mi madre lo cuidaba, porque él acordaba en levantarse para ir al baño y para comer, y eso hacía su estado bastante raro, pero aceptable. Para mí no, nunca fue aceptable. Dejé de ir a verlo porque cuando le preguntaba por qué estaba en cama, él respondía que porque era infeliz. Entre mi hermano y yo le hemos dado tres nietos, incluso el hijo de mi hermano, que lleva su apellido, fue bautizado con el nombre de nuestro abuelo paterno, como una dinastía que se perpetuase. Pero él seguía siendo infeliz. Para una hija, eso es muy doloroso. Era como ir a visitarlo con un regalo y que él lo tirara al piso. Ir con mis buenas noticias y que él apenas se sonriera y siguiera en la cama con los ojos apagados. Dejé de verlo. No dejé de ir a la casa, a ver a mi madre por la que sentía una gran compasión, pero no entré más al cuarto. Él, igualmente, no notaba la diferencia.
Pero hace una semana tuvo un accidente vascular. No fue evidente al principio, pero mi madre notó que se había levantado con más ímpetu que lo normal, y que caminaba por la casa murmurando incoherencias. Más tarde la miró y le preguntó quién era. No reconocía a la persona con la que había estado casado más de cuarenta años. Se fue a dormir con la duda de quién era la mujer que se acostaba a su lado, pero al menos estaba bastante más tranquilo. Pero en la mitad de la noche se levantó para ir al baño y se cayó, y no podía levantarse porque los dos años en la cama se han quedado con toda su tonicidad muscular. Los médicos que vinieron a ayudarlo le dieron el ultimátum a mi madre: o se iba él a un residencial donde lo obligaran a levantarse y lo ejercitaran, o esto iba a estar cada vez peor. Y allá fue.
Siento que he perdido a mi padre. Porque si bien él después de ese episodio en que desconoció a mi madre no volvió a ignorar quiénes somos, cada vez que voy a verlo habla incoherencias, como si en su cabeza hubiera un mar donde flotaran los restos de un naufragio, y esos restos son las ideas, todas desordenadas, de lo que alguna vez constituyó su vida. Dice que él no puede seguir ahí, entre esos viejos, porque tiene que ir a trabajar, si no, ¿con qué pagarán las cuentas? Dice que le preocupa no saber bien dónde está y pregunta si para ir a casa deberá tomarse un tren (no existen los trenes en Montevideo;  hubo sí tranvías, pero dejaron de existir hace alrededor de sesenta años). Seguramente tuvo un accidente vascular leve, que no le paralizó ningún miembro de su cuerpo, pero sí le afectó el cerebro. El cardiólogo dice que es posible, pero que para saberlo habría que trasladarlo para hacerle una tomografía, lo que sería trabajoso por el hecho de llevarlo, caro para la mutualista, y ¿con qué fin? Comprobar un accidente vascular es explicar la causa, pero a esa altura de la vida, el estado en que se encuentra y su negación a vivir que manifestó durante más de dos años, no pueden tomarse medidas que lo lleven a buen puerto. De aquí en adelante se trata de acompañarlo en su lento transitar hacia la muerte, que no lo espera a la vuelta de la esquina, no; antes que ella llegará la oscuridad, la ausencia de referencias, la inmovilidad total, la llamada muerte en vida. Y esto me duele aun más que su depresión pasada. Ahora ni se acuerda de que estaba deprimido. No está más en cama, porque en la casa de salud tienen horarios estrictos y ningún viejito puede tirarse al abandono por cuenta propia. Tienen que levantarse, bañarse, caminar y sentarse a socializar y mirar la tele. El ya no habla de infelicidad. Pero cuando le hablo de una cosa y me contesta otra, siento que lo he perdido, y esta vez completamente, y más rotundamente que la muerte... Porque cuando alguien muere de improviso en un estado mental sano, uno puede tener la ilusión de que está en otro sitio y, como le dicen a los niños "nos está mirando". Eso me sucede con mi suegra. Era tan pero tan dulce, que creo que ahora tendrá un mejor sitio junto a los ángeles. Y si de noche estoy sola y escucho algún ruido, me hago ilusiones de que puede ser su fantasma. Me gustaría encontrarme con el fantasma de mi suegra, y contarle sobre el viaje a Turquía al que me fui justo antes de su muerte, sin saber que nunca volvería a verla. Lo último que me dijo fue "Que te vaya bien, cómo será allá tan lejos!". Y quisiera poder retomar aquella conversación, contarle de Turquía y que ella me cuente del más allá, que es aún más lejos. Entonces siento que, si bien he perdido a mi suegra, no la he perdido totalmente, porque en cualquier momento podría reencontrarla, en la forma de un sueño, un fantasma o cuando yo misma me muera. Pero cuando alguien muere habiendo perdido las referencias, me pregunto ¿quién nos mira desde el cielo? ¿Mi verdadero padre, el que me iba a buscar a los cumpleaños de 15 a las cuatro de la mañana? ¿El que me leía cuentos antes de dormir? ¿El de la foto, sosteniéndome de pie al borde de una fuente que teníamos en nuestra casa del Cerro? ¿O este hombre de ojos tristes que pronto no sabrá cómo me llamo? Si una vez muerto se me apareciera su fantasma, ¿cómo se dirigiría a mí? ¿Sabría dónde está, cómo me llamo? Y eso me obsesiona, porque pienso que en este proceso he perdido a mi padre para siempre. No perdí a mi suegra con la muerte, pero sí a mi padre con su incapacidad cognitiva. Y nada. Estoy muy triste.

Comentarios

  1. Fuerza querida Profe!!! Cuando pasé por un momento parecido con una enfermedad que tuvo mi padre,de la cual gracias a Dios se mejoró, no pensé mucho.
    A veces el razonamiento, nos cuestiona demasiado...entonces me dije...no voy a pensar, pongo todo en manos de Dios y ya está, y así fue que pasaron los días y varios meses y lo más difícil había pasado. Sin duda,mi madre fue mi primer ejemplo de confianza total y entrega, pero también contamos con personas que rezaron mucho...Cuenta con eso de mi parte, un beso grande, Victoria B. (curso 2011 de Historia de las Ideas y de la Educación I)

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  2. Divina, Victoria! Muchas pero muchas gracias!

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  3. hola soy adelina sabes helena que mi abulea tiene alzeimer y algo semejante he refexionado, sobre increible que esta enfermedad te lleva a la perdida de la identidad, y su mirada... transparente y cristalina de una vieje que parece tener la mirada de una niña, de alguien nuevo o sin pasado .. es la mirada de una inocencia extraña.
    besos me identifico,

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  4. Mil gracias por tu comentario, Ade. Me emocionaste.

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  5. Hola profe! Gracias por lo que escribiste... Suelo escribir para sacar eso que muchas veces me pregunto y de lo cual no tengo respuesta y el hecho de escribirlo hace que lo piense de otra manera y también siento que alguien lo puede comprender. Ayer fue un día muy particular para mí... hace más de 10 años que mi abuela una de las personas que más amé en mi vida nos dejó muriendo de una manera injusta como todas las muertes quizás...ayer la sentía cerca y quería que escuchar sus palabras sobre las cosas que me pasan... sentía la necesidad de consultarla... y la tristeza me invadió cuando tuve que reconocer que ella no está y que no voy a escuchar su tranqui Fla ya todo va a pasar... Cuánto te entiendo! Solo quiero decirte que leer tu mensaje me dio tristeza porque no quiero que nadie pase por esto pero a su vez sentí en tus palabras algunas que quiero expresar y a veces no puedo... Gracias (Flavia de Facultad de Humanidades Historia de las ...)

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  6. Fuerza porque seguro que la necesitas... y solo queda esperar y quedarse con esas tantas preguntas que no encontrarán respuesta pero sí harán cuestionarse sobre nuestra forma de vivir y que no queremos pasar ni hacer pasar a nuestros hijos...

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  7. Es verdad, Flavia. Yo ahora pienso todo el tiempo en que debo tener una vida saludable, comer bien, hacer deporte, para prevenir en todo lo que pueda este desenlace de mi padre... Y sobre todo no deprimirse, uno puede estar triste, pero entregarse a dar lástima, como hizo él durante tantos meses, sólo hace que la persona se desfigure ante los otros y ante uno mismo, y hace sufrir enormemente a los que lo quieren y eso nadie debería hacerlo si está en sus manos evitarlo. El psiquiatra a cargo me decía que no estaba en manos de mi padre evitar esa postración voluntaria, pero yo al menos estaré atenta a cualquier signo de eso en mí misma, porque voy a impedir con todos mis medios hacerle eso a mis hijos... como dicen, no hay mal que por bien no venga, y tal vez todo esto son enseñanzas.
    Lo de tu abuela es doloroso, pero es como lo de mi suegra, es preferible extrañar a alguien que se fue intacto antes que conservar a alguien que ya no es quien conocimos... Tal vez esas son las muertes injustas que vos decís, las que truncan la felicidad. Te mando un beso

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  8. Hele! hace tiempo que no andaba por acá, y como siempre, las cosas que escribes hacen sentir (como cuando se dice "hacen pensar")
    Como es el caso de muchos, yo también tengo un familiar, mi abuela, que está pasando por algo parecido. Yo no la veo mucho porque está en Maldonado, y por eso aún tengo una imagen de ella bastante coherente con lo que era "sana" (aunque nunca lo estuvo por otras razones que no vienen al caso. Bueno Hele nada...arriba!
    ah, y que idéntica que sos a tu padre, al menos en la foto.

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  9. Que triste lo de tu papá, paso mucho tiempo ya, pero me acuerdo bien de él.

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  10. My beloved Helen of Troy: mi padre tuvo un accidente vascular que lo dejó afásico. Para alguien tan verborrágico como él, que no se le comprendiera lo que hablaba era espantoso. Para nosotros era desesperante no lograr entenderlo y oírlo enojarse y decir: "do, do" en vez de NO. Durante los dos meses que duró su existencia, mi padre se daba perfecta cuenta de que se iba muriendo y qué paso vendría después. Recuerda que era médico. La depresión, como era de esperarse, lo fue ganando como la hemiplejia que lo iba paralizando del lado derecho hasta que dejó de hablar. Lo intenté todo: mimos, rezongos, enojos, contarle historias que él me había contado, hilvanar recuerdos y hasta una esgrima de dedo entre los dos, con la que le sacaba una apenas esbozada sonrisa amarga. Cuidé de él en todo sentido: desde hacerlo reír y comer hasta cambiarle los pañales con ayuda de mi ahijado, porque no tengo fuerza para mover un cuerpo que no ayudaba. Lo más doloroso fue ver cómo se dejó morir... Estaba lúcido. Y tal vez no recordara la fecha de mi cumpleaños pero si le preguntabas qué era el esternocleidomastoideo, probablemente te diera una "master class". Piensa mi querida, si, en cierta forma, no es mejor que no se dé cuenta de lo que le sucede. Duele mucho, a los demás duele mucho. Pero te aseguro que duele más ver que ellos saben que "la muerte enamorada" cada día los ama más...Un día mi padre dejó de comer, cerró los ojos y entró en una especie de somnolencia. Yo lo vi morir. Yo cerré sus ojos. Lo mejor que puedo desearte es que no vivas lo que yo. Por eso, la "muerte anunciada" de mi mamá, aún tomándome de sorpresa, fue mejor. Fue como le pedí a Dios: sin sufrimiento y que yo no la viera. Se fue en paz hasta con Dios, había comulgado el día antes. ¿Qué más puedo pedir, dentro de la tristeza y orfandad en la que me encuentro? La casa es enorme sin ella, sin sus gritos de sorda, sin pelearnos por el volumen de la TV... Pero al fin descansa en paz, ya no sufre y nosotros también dejamos de sufrir por su sufrimiento. Tengo ganas de abrazarte fuerte. Si un finde podés tirarte hasta acá, así sea por el día, no dejes de hacerlo. Nos hará bien a las dos. Un enorme y apretadísimo abrazo. Te quiero.

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  11. Hola HELENA,soy Ivana, tal vez me recuerdes, fuí alumna tuya en el anglo del prado hace unos años,siempre me acuerdo de tí, el domingo estuve por ir a verte actuar y saludarte,pero por esas cosas de la vida,similar a eso que te sucedió con tu papá, me atacó el desgano y me ganó la tristeza., te cuento que siempre tanto de acercame a esas actividades pues desde hace poquito soy psicóloga,y siempre trato de estar en estas cosas para sensibilizarme aún más.., un día curioseando me acordé de tí y encontré tu blog, aunq debo confesarte que soy re dura para esto de las redes sociales.., me encanta lo que escribís y la forma en que relatas cosas tan preciadas para tí como tu propia historia..,en más de una vez termino lagrimeando.., espero me recuerdes y te mando un beso gigante!

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    1. Hola, Ivana! Recuerdo el nombre Ivana, no es muy común y te debo de haber tenido sólo a vos con ese nombre, pero no lo puedo relacionar con un rostro. Capaz me podés decir tu apellido! Y el curso que compartimos y el año. Seguro ahí sí te ubico bien... Me alegro de que te guste el blog! Es su función, gustar... jaja.
      Te mando un beso enorme y no te pierdas!

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  12. uy cierto cómo vas a recordarme con la cantidad de alumnos q has tenido! no sé si te sonará mi apellido: "Dellacasa", era bajita, delgada,bueno sigo siéndolo..,y en ese tiempo bastante inhibida,fuí alumna tuya en 5º y 6º de jóvenes, nos enviamos un montón de cartas en inglés en ese tiempo que aún conservo aunq no lo creas! bsss!!

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