Séptimo día en Chicago: entrevista a antropólogo y ser estudiante del Olimpo por un día...
Gente, estoy muy pero muy cansada hoy, sobre todo porque mañana tengo libre y me planifiqué un tour por el Downtown, ya les contaré. Planificar me lleva muchísimo tiempo porque soy bastante turra con las ubicaciones geográficas en los mapas, además de leer si cada cosa que voy a hacer vale realmente la pena, etc. Entonces ya son las 23y30, me tengo que levantar a las 7y30 si quiero ducharme, desayunar y agarrar la camioneta del hotel que sale a las 9y30 para Downtown, pero no quiero dejar ni un día sin contar qué he hecho.
Por lo tanto, hoy van a ir muchas fotos y menos palabras...
En mi caminata matinal a la universidad miré muchas casas. Algunas me llamaron la atención por su preparación para Halloween...
Otras porque me hicieron dar cuenta de que la fachada de madera debe de llevar un enorme trabajo de mantenimiento, ya que están todas impecables pero miren esta...
...por lo tanto, si te dejás estar un tiempito, marchaste con la casita pintoresca!
También observé que el barrio Hyde Park tiene un encanto incomparable, sobre todo en otoño (no lo conozco en otras estaciones, pero de este otoño ya me enamoré). Si tienen dudas, miren esto:
Pero lo mejor de todo sería trabajar aquí. Es decir, en un lugar tan hermoso COMO éste, pero lo cierto es que no cambiaría el paisito, y ya me está viniendo una nostalgia de aquellas. Pero miren este entorno:
Pues sí, el hdp del antropólogo Shweder trabaja nada menos que en este edificio, que es el centro de Human Development Studies:
Yo también quiero!
El profesor Shweder, un gran tipo. Muy pero muy yanqui. Una pronunciación bastante cerrada, una sonrisa permanente y un humor transparente. Un tipo feliz, convencido de que su propósito en la vida es estudiar a los seres humanos por su lado más variable y difícil de atrapar: las emociones. Me encantó.
Después de allí, volví a subir al Olimpo, pero esta vez acompañada. Porque hoy fue la clase de seminario de grado a la que concurrí sobre todo con la curiosidad de ver cómo la impartía. Eran unos quince estudiantes, muy multiculturales: dos con rasgos orientales, un afroamericano, uno de claro origen indio (como Raj, el de The Big Bang Theory!), unos tres de rasgos latinos, y los demás "caucásicos" como dicen en las películas, jaja. Ella, espléndida como siempre. Hoy llevaba un trajecito beige con pollera, no minifalda, pero por encima de la rodilla. Para la edad, es envidiable totalmente.
No saqué fotos porque, nuevamente, me pareció una cholulez total, además de que no quería atraer las miradas de nadie sobre mí! Filmé unos segundos con el celular para no hacer ruido, pero imaginen la calidad de eso... no vale la pena... Lo que me interesaba, que igualmente puedo hacerlo con palabras, era situar a quienes les interese en una clase de la Nussbaum en la universidad de Chicago. El salón es convencional. Una pizarra blanca, y sillas, si bien de diseño moderno, nada del otro mundo. Lo especial es al mirar hacia las ventanas y encontrarse con un diseño fuera de época... arcos ojivales y vidrios biselados, inusual e impactante, y afuera, a través de los vidrios, se ven más y más edificios del mismo estilo cubiertos por las enredaderas. Un viaje en el tiempo.
La cátedra, de lo más tradicional. Una mesa sobre la que hay un atril. La Nussbaum siempre de pie detrás del atril, hablando del artículo del autor en cuestión. Me llamó la atención que nunca hacía contacto visual con los estudiantes. Miraba a un punto más allá, en la pared opuesta y cercano al techo, y tenía las mismas actitudes que tuvo ayer conmigo al hablarme (pensamientos profundos articulados con seriedad, mirando hacia abajo, y de pronto un estallido sorprendente de sonrisa y anécdota o ejemplo) sólo que a mí me miraba a los ojos, y con estos muchachos no hacía el mínimo contacto. Como si estuviera sola en el medio del salón, hablándose a sí misma. Me pregunté cómo podía hablar una hora y media de esa manera, y me lo seguiré preguntando para siempre... La parte más pedagógica fue la segunda mitad de la clase, en la que los estudiantes presentan lecturas que han hecho sobre el autor en cuestión. Entonces ellos (esta vez fueron dos presentaciones) pasan al frente y "dan la clase" durante diez o quince minutos, mientras ella se sienta entre los demás estudiantes. Después, se da el espacio al diálogo entre los estudiantes, que interrogan al expositor como si fuera el docente. Cuando ella ve que hay una pregunta rica de donde derivar algo más interesante, entonces re-pregunta, mirando, esta vez sí, al que preguntó y al que expuso, para conectarlos entre sí, cosa que hace evidente con la mirada y el movimiento de sus manos, como si dijera "continúen entre ustedes". Se da así una discusión bastante inusual, en la que el expositor juega un buen rato a ser profesor, y la verdad es que por lo que vi lo hacen muy bien. Puntualmente, ella mira el reloj y da por terminada la clase. Muy robotística en este sentido, ni un minuto más ni uno menos.
Me acerco a ella al final para agradecerle la posibilidad de estar en la clase, y ella me sonríe y me dice que está bien, que me ve el viernes en el evento del fin de semana, y que... (agárrense) hoy no puede llevarme en el auto porque ahora va para otro lado, juaaaaa, yo nunca habría soñado con que me llevara en el auto de nuevo! Pero su amabilidad la llevó incluso a aclararme por qué no se ofrecía!
Bueno, me voy a dormir.
Por lo tanto, hoy van a ir muchas fotos y menos palabras...
En mi caminata matinal a la universidad miré muchas casas. Algunas me llamaron la atención por su preparación para Halloween...
Otras porque me hicieron dar cuenta de que la fachada de madera debe de llevar un enorme trabajo de mantenimiento, ya que están todas impecables pero miren esta...
...por lo tanto, si te dejás estar un tiempito, marchaste con la casita pintoresca!
También observé que el barrio Hyde Park tiene un encanto incomparable, sobre todo en otoño (no lo conozco en otras estaciones, pero de este otoño ya me enamoré). Si tienen dudas, miren esto:
Pero lo mejor de todo sería trabajar aquí. Es decir, en un lugar tan hermoso COMO éste, pero lo cierto es que no cambiaría el paisito, y ya me está viniendo una nostalgia de aquellas. Pero miren este entorno:
Pues sí, el hdp del antropólogo Shweder trabaja nada menos que en este edificio, que es el centro de Human Development Studies:
Yo también quiero!
El profesor Shweder, un gran tipo. Muy pero muy yanqui. Una pronunciación bastante cerrada, una sonrisa permanente y un humor transparente. Un tipo feliz, convencido de que su propósito en la vida es estudiar a los seres humanos por su lado más variable y difícil de atrapar: las emociones. Me encantó.
Después de allí, volví a subir al Olimpo, pero esta vez acompañada. Porque hoy fue la clase de seminario de grado a la que concurrí sobre todo con la curiosidad de ver cómo la impartía. Eran unos quince estudiantes, muy multiculturales: dos con rasgos orientales, un afroamericano, uno de claro origen indio (como Raj, el de The Big Bang Theory!), unos tres de rasgos latinos, y los demás "caucásicos" como dicen en las películas, jaja. Ella, espléndida como siempre. Hoy llevaba un trajecito beige con pollera, no minifalda, pero por encima de la rodilla. Para la edad, es envidiable totalmente.
No saqué fotos porque, nuevamente, me pareció una cholulez total, además de que no quería atraer las miradas de nadie sobre mí! Filmé unos segundos con el celular para no hacer ruido, pero imaginen la calidad de eso... no vale la pena... Lo que me interesaba, que igualmente puedo hacerlo con palabras, era situar a quienes les interese en una clase de la Nussbaum en la universidad de Chicago. El salón es convencional. Una pizarra blanca, y sillas, si bien de diseño moderno, nada del otro mundo. Lo especial es al mirar hacia las ventanas y encontrarse con un diseño fuera de época... arcos ojivales y vidrios biselados, inusual e impactante, y afuera, a través de los vidrios, se ven más y más edificios del mismo estilo cubiertos por las enredaderas. Un viaje en el tiempo.
La cátedra, de lo más tradicional. Una mesa sobre la que hay un atril. La Nussbaum siempre de pie detrás del atril, hablando del artículo del autor en cuestión. Me llamó la atención que nunca hacía contacto visual con los estudiantes. Miraba a un punto más allá, en la pared opuesta y cercano al techo, y tenía las mismas actitudes que tuvo ayer conmigo al hablarme (pensamientos profundos articulados con seriedad, mirando hacia abajo, y de pronto un estallido sorprendente de sonrisa y anécdota o ejemplo) sólo que a mí me miraba a los ojos, y con estos muchachos no hacía el mínimo contacto. Como si estuviera sola en el medio del salón, hablándose a sí misma. Me pregunté cómo podía hablar una hora y media de esa manera, y me lo seguiré preguntando para siempre... La parte más pedagógica fue la segunda mitad de la clase, en la que los estudiantes presentan lecturas que han hecho sobre el autor en cuestión. Entonces ellos (esta vez fueron dos presentaciones) pasan al frente y "dan la clase" durante diez o quince minutos, mientras ella se sienta entre los demás estudiantes. Después, se da el espacio al diálogo entre los estudiantes, que interrogan al expositor como si fuera el docente. Cuando ella ve que hay una pregunta rica de donde derivar algo más interesante, entonces re-pregunta, mirando, esta vez sí, al que preguntó y al que expuso, para conectarlos entre sí, cosa que hace evidente con la mirada y el movimiento de sus manos, como si dijera "continúen entre ustedes". Se da así una discusión bastante inusual, en la que el expositor juega un buen rato a ser profesor, y la verdad es que por lo que vi lo hacen muy bien. Puntualmente, ella mira el reloj y da por terminada la clase. Muy robotística en este sentido, ni un minuto más ni uno menos.
Me acerco a ella al final para agradecerle la posibilidad de estar en la clase, y ella me sonríe y me dice que está bien, que me ve el viernes en el evento del fin de semana, y que... (agárrense) hoy no puede llevarme en el auto porque ahora va para otro lado, juaaaaa, yo nunca habría soñado con que me llevara en el auto de nuevo! Pero su amabilidad la llevó incluso a aclararme por qué no se ofrecía!
Bueno, me voy a dormir.
Ah, no si el viernes no te lleva en auto no vayas más, ta de viva la Martha
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