Juguemos al detective: la revancha, llegan refuerzos!!


Me preocupa que tantas personas entren a mirar la página y haya tan pocos comentarios. Entonces, según el último comentario recibido, de "clausis_88", pensé que tal vez la tarea está muy difícil esta vez (clausis dice que hace dos días que está pensando y no escribe nada porque no se decide por una explicación posible...).
Entonces he decidido agregar una ayudita, o dos ayuditas, mejor.
Veamos: Aquí abajo está el cuento otra vez, si ya lo leyeron, óbvienlo. Pero más abajo, en otro color, agrego un par de párrafos nuevos. A ver... síganme... al final les voy a dar más pistas... ¿Vamos? Leé todo o acompañame hasta la última parte en color morado... (Dale, dale)

ANTES DEL AMANECER
Sentada con la cabeza entre las manos, frente a un papel en blanco y un lápiz, daba vueltas por mi cabeza la atormentada pregunta acerca de quién podría haber sido tan cruel para revivir los días de escuela primaria, imponiéndome aquella tarea sin sentido y que sin embargo no era posible eludir. Escritas a modo de título, unas palabras, y lo que mis ojos lograban distinguir era "Redacción: un personaje de mi juventud". Y de a poco, un subtítulo emergía tembloroso, como desde abajo del agua. Era un nombre: "Fernando". Y ¿quién era Fernando? Nadie del que se pudiera escribir mucho. Tenía una vaga idea de que había sido un compañero de estudios, o algo así.
Debía ordenar mis pensamientos con cuidado para poder escribir algo bueno, pues del resultado del relato dependía una cosa importante, y debía ser entregado en pocas horas. Pero yo no sabía quién era ese Fernando, y mis dedos pesaban, apenas podía levantarlos de la mesa, mientras la ansiedad por cumplir con la tarea los inundaba de un sudor frío por el que resbalaba el lápiz... Pero debía pensar, tratar de enumerar.
Este muchacho parecía haber sido una de esas personas lejanas, indiferentes. Por eso me costaba recordarlo. Brotaban las palabras de su boca con una fluidez y seguridad inimitables en las clases y reuniones de estudiantes, mientras yo no lograba que mis temores me permitieran abrir los labios. Sentía entre él y yo la infranqueable barrera que divide la introversión de la extroversión, aunque él, desde su asiento en las primeras filas, no notara barrera alguna, ni siquiera de quién lo separaba.
Pero... un momento... Si no me mentían estas figuras fantasmales que se empeñaban en desdibujarse o estas voces poco moduladas, apenas descifrables, en algún momento debimos intercambiar alguna palabra, pues un día de verano, de esos en que corren arroyos por los surcos del cuerpo, me veía hablando con él por teléfono, en un diálogo arremolinado de cuyo tema, escurridizo, no lograba acordarme.
Y luego... Sí, eso podía reconocerlo como propio. "No sé qué voy a hacer de mi vida" escribía yo con letra todavía aniñada en las contratapas de mis cuadernos de  apuntes. "No sé qué voy a hacer de mi vida" me dijo un día con un susurro atormentado en el medio de una lección. Yo abrí dos ojos grandes como manzanas. "¿En serio?". Y chapoteábamos en murmullos filosóficos durante clases enteras enredándonos en la tela de araña que nuestra propia ansiedad por conocer el futuro, el universo, las causas de la vida misma, iba tejiendo. Creo que un día decidimos no sentarnos juntos nunca más, para poder aprovechar las lecciones. Pero ese, ¿era Fernando?, ¿o mi amiga Fernanda? No, no, Fernanda nunca estudió en mi Facultad.
¿Y qué hacía su cara en mi casa, teniendo de fondo el panel donde yo sujetaba con alfileres las fotos de mis últimas vacaciones, mi mejor amiga, mi cantante preferido? Es posible que viniera a estudiar conmigo, pero el recuerdo más insistente era un espiral de carcajadas, del cual era tan difícil salir, pues al suspiro de alivio sucedía la mirada cómplice del otro y la concentración pretendida se escurría junto con la cascada de risas. Eso ocurría por largos minutos, horas enteras, tardes completas, cómo podría yo saberlo.
Sin embargo, de las risas rápidamente brotaron las lágrimas. ¿Qué era esa nube que oscurecía todo? ¿Y qué tenía que ver Fernando en todo esto? Eran unos escalofríos petrificantes, y lo que me parecía ver era todas las partes del universo de mi vida, mi único universo tan bien armado, chocándose unas contra otras, despedazándose. Y Fernando allí, en el árido desierto, oasis salvador, pero no sé cómo.
¿En qué forma iba a escribir todo esto? Pero el terror a las consecuencias me compelía. Debía seguir pensando.
Existían lugares que asociaba con Fernando. Debí haber estado en ellos con él. Todos tenían algo de pintoresco: coloniales, evocadores de las épocas en que los carruajes conducían a señoras de largos vestidos de encaje y señores de galera; o agrestes, de esos que te dejan un sabor a hierba o sal entre los labios. Sí, eso es lo que trajo Fernando a mi universo roto: ratitos en que el sol sonreía, en que se olvidaban los planes funestos, en los que yo llevaba a cabo cosas que pertenecen a mi lado aventurero, que sólo se habían cumplido en mis juegos imaginarios de niña. Porque, claro, los papás nunca permiten a sus pequeñas trepar por senderos de ladrillos que en algún tiempo fueron escaleras y penetrar corriendo con pasitos cortos y ruidosos a un viejo bunker con forma de cabeza de águila y salir por sus ojos a mirar el horizonte, donde el mar y el cielo casi se confunden. Pero este papá sí me dejaba. ¿Sería mi padre, en realidad? Pero no, mi padre nunca paseó conmigo sin mi madre; no lo recordaría con esa tibieza íntima y ese respeto silencioso que sólo sucede cuando estamos a solas con un ser admirado. 
Con Fernando hasta robamos un banco. No, no. Sólo planeamos hacerlo, porque si no, ¿no deberíamos ser millonarios a esta altura? Era esta nebulosa arremolinada de sonidos, imágenes y olores que me confundía, y traía ahora a mi mente momentos de alegría. Mi madre solía servirme la leche y preparar bizcochuelos, y en las mañanas frías se oía desde la cama un tintinear de vajilla que me hacía sentir protegida. Quién sabe por qué estaba confundiendo a este muchacho con mi madre. Son cosas de los sueños, cosas laberínticas como esta llamita que ahora brotaba de la bruma. Era un hogar. Porque parece ser que a veces nos reuníamos frente al fuego por las noches, y yo le leía cuentos en voz alta, y juntos vibrábamos por los senderos voraces de las historias que no podíamos dejar de recorrer.

Pero la llama crecía, se convertía en una lengua abrasadora, y venía a dibujarse en un cuarto en penumbra, con dos siluetas recortadas sobre la pared, danzantes al ritmo del fuego, y un miedo a lo desconocido como nunca sentido, y un dolor en mi vientre, y el experimentarme poseída por un cuerpo desnudo que me cubría. ¿Quién era ese hombre? ¿Fernando? Deben ser alucinaciones, puesto que la pareja que esperaba no era como Fernando. Mis sueños siempre fueron más sencillos, tan sólo una convulsión visceral que estalla ante la embestida pasional de una mirada. Y Fernando pocas veces hizo eso. El se parecía más a mi padre, mi madre, mi mejor amigo... pero también podría haber sido mi amante... sí, tal vez sí... Quién sabe.

Y esa redacción que tenía que comenzar y no sabía cómo; y mi mente perdía el equilibrio otra vez, y mis dedos se pegoteaban. Fernando... De nuevo extraviaba su contorno aquel personaje de mi juventud.
Ahora sí, sólo faltan un par de párrafos más hasta el final del cuento, donde se dará la clave que desentrañe el misterio... Pero esto que agregué hoy puede ayudar, supongo, a pensar. 
Y les doy dos ayudas más: 
  1. Recuerden el título del cuento. Este les da alguna pista sobre la situación.
  2. El cuento tenía un acápite que quité porque delataba todo. Pero se los voy a dar por partes y con una tarea muy culturosa... El acápite empieza citando una parte de la Ilíada: "[...] tú eres ahora mi padre, mi venerable madre y mi hermano [...]". Es un parlamento de Andrómaca, y tienen que ver cómo sigue. No puedo decir nada más. Si toman en cuenta estos dos puntos, estarán muy cerca de saber qué le pasa a la protagonista y quién es Fernando. 

AHORA SÍ, COMENTARIOSSSSSS!!!!! Y como costó tanto, sortearé 2 libros (si es que le embocan...)
Besos!

Comentarios

  1. Está bien, Helenita, esta manera de encarar las nuevas pistas. Creo que lo de Andrómaca, si lo encuentran, va a dar la respuesta. Y cuando se queden pensando en qué tiene que ver con el resto del cuento, yo les doy otra clave: esto tiene mucho, pero mucho que ver con psicoanálisis... Beso, Helenita.

    ResponderEliminar
  2. Jaja "tú mi floreciente..." no voy a escribir la respuesta tan rápido si es que es esa... asi todos pueden pensarla...
    Formé nuevas hipótesis del paradero de Fernando... a ver piensan los demás... :)

    ResponderEliminar
  3. ES LA MUERTE!!!!UN BESO GRANDE S@BRINA

    ResponderEliminar
  4. Entonces yo tenía razón! Está soñando! Por eso se llama "antes del amanecer", seguro termina cuando se despierta. Y ahí se va a descubrir quien es Fernando? No lo ve claro porque en los sueños todo se mezcla, el padre con la madre, el amigo con la amiga, con el compañero de clase, etc. Ahora, quién es Fernando... ¿vale googlear la frase de la Ilíada? jaja. Salú.

    ResponderEliminar
  5. Helena, el único examen que perdí en 5to fue justamente literatura....., en un momento pense que la protagonista está muerta y habla del más allá, no se quizas sea un disparate pero me está costando este cuento, igual me gusta mucho este juego.- Besos....saludos de Atilio

    ResponderEliminar
  6. El problema es que no se leen entre los que publican los comentarios! Si leyeran a todos los anteriores, podrían llegar a una conclusión más clara...

    ResponderEliminar
  7. fernando es el esposo

    ResponderEliminar
  8. Dejá tus datos, "anónimo", usuario de facebook, email, algo !

    ResponderEliminar
  9. Fernado es el esposo sabri_lasa2007@hotmail.com
    disculpa.. me olvide de poner en el anterior item la direccion del face...

    ResponderEliminar
  10. Ahhhh, el esposo!!! "Tú mi floreciente esposo" dice Andrómaca!!! Es un sueño, como yo dije desde un principio, donde se le mezclan todos los roles que para ella en su subconsciente tiene el esposo: el padre, la madre, la amiga, el compañero de estudios. Muy psicoanalítico, la verdá. Y un amor verdadero, en serio, de esos que no van por la atracción física solamente, sino que la otra persona te llena por completo. Cumple todos los roles. ¿Me gané el premio? Como dijiste que vas a dar dos...

    ResponderEliminar
  11. No sea impaciente, Francis. ¡Hay que ver cómo termina el cuento!! ¡No cante victoria! Y además, ¡le robó la idea a Sabrina!

    ResponderEliminar
  12. Bueno como ya saltó a la luz lo que quería poner lo digo, para mi Fernando era el "floreciente esposo" de la señora en cuestión, lo que me parece es que algo le sucedió a él(muerte, desaparición, separación, etc.) y medio que se trastornó el recuerdo que ella tenía de su esposo y de los momentos compartidos...
    Antes del amanecer no tiene xq ser la madrugada... puede ser que le falten la luz y la claridad necesarias que nos da cada nuevo comienzo de día... por eso "antes del amanecer" implica la carencia de esos adjetivos. Tal vez desde que esa pérdida paso en su vida, todo es pura oscuridad... No imagino lo que debe ser perder a un ser amado, por eso lo veo como un estado de mucha tristeza... básicamente sin luz... un estado permamente de madrugadas...
    Suerte a tod@s y está buenísimo ver que ideas dementes se nos van ocurriendo jaja, Helena se debe estar matando de la risa!!! Bsos!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El por qué de la alondra y el ruiseñor

La foto que me sacó la hermana de Fucile (y esas cosas de la vida)

El cementerio del Cerro