Diario de Rio III

La cabeza llena de historias


Dona Marta
Creo que no voy a llegar a subir hasta el Cristo Redentor. Íbamos a salir hoy temprano con Carmelia pero nos dio pereza; nos quedamos haciendo la sobremesa del desayuno, hablando del origen de las favelas -tan distintas de los cantegriles de Montevideo, ya que éstas comenzaron con los primeros esclavos liberados, y en nuestro caso nunca sucedió eso... por el contrario, nuestro caso es más vergonzoso, porque lo que fue una vez una sociedad bastante equitativa fue expulsando poco a poco a nuestros propios iguales...-; sobre el drama de esas ciudades dentro de la ciudad, donde las familias pobres están a la merced de los traficantes, la policía y los paramilitares, sin saber a quién temer más; sobre el traficante Marcinho VP, que fue asesinado en la cárcel, su cuerpo sepultado bajo sus propios libros, con un mensaje: "Ahora ya no va a leer más"; sobre la comunidad de Dona Marta, famosa por sus casitas de colores... y se nos fue la hora. Y yo me quedé pensando, ¿no es lo más importante las historias, la gente de un sitio? Carmelia vivió 4 años en Rio, y nunca subió al Cristo. Pero sabe todas estas historias. Y bueno, mañana empieza el Simposio, por lo tanto no creo que ya suba al Cristo. Pero me quedo con las historias.

Historias hay en todas partes. Esta tarde me llevó al Instituto Moreira Salles, donde había una exposición del fotógrafo de comienzos de siglo XX Chichico Alkmim. Los rostros de esas fotos, que viajaron en la imagen desde hace 100 años, caras anónimas, la mayoría en la ciudad llamada Diamantina (en Minas Gerais) por la extracción de diamantes en el siglo XVII, cuentan tantas historias si uno se detiene a escucharlas con los ojos... Esclavos, familias ricas, picnics en bosques, funerales de "anjinhos" (angelitos, los niños muertos). Unas miradas, unas poses, unas actitudes, que uno se pregunta si fue mérito del fotógrafo, técnicamente hablado, o si su arte estaba en una habilidad social, un aura de bonhomía que hacía que los modelos se relajaran y dejaran al descubierto la esencia de su alma. La foto que más me intrigó fue esta, la de las 4 chicas posando para una posteridad de la cual se desconoce el objetivo. ¿En qué circunstancia se buscaría inmortalizar semejante angustia evidente?
Chichico Alkmim
Si se mira bien, hay historias en todas partes. Claro que hay que viajar para conocer los relatos, porque esos relatos solo fluyen cerca de donde ocurrieron, como leyendas que están en el aire y que no suelen trascender fronteras. Para eso hay que viajar. Estoy convencida de que la mejor parte de viajar es tener la cabeza explotando de historias.

Comentarios

  1. Visitar el Cristo es una hemosa experiencia, pero sin duda yo también me quedo con las historias.

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