Diario de Rio II

Pequeños relatos cotidianos

El enamorado y el real

En una florería donde elegíamos un ramo para la profesora Eliana, que nos invitó a cenar a su casa, entró intempestivamente un estudiante preguntando, como si en esa pregunta se le fuera la vida, si tenían alguna flor que costara como máximo 4 reales. El vendedor le dijo que no, que la más barata costaba 5 reales. El muchacho contó sus monedas muy decepcionado, pero el vendedor le dio las espalda. Carmelia no había llevado la billetera. Me preguntó si yo tenía monedas. Se las di todas. Yo  no las reconozco sin dificultad. No llegaban a un real, pero se aproximaban. Cuando el vendedor entendió que nosotras íbamos efectivamente a darle el dinero, tal vez caló en él la vergüenza, porque le aceptó los 4 reales y le dijo que eligiera una única flor de un grupo. No llegué a ver qué agarró, pero me quedó en la cara la brisa de la puerta que se abrió y cerró a toda velocidad, con la partida del estudiante. Nunca sabremos quién era la persona afortunada digna de tal desvelo.

Água gelada

Caminábamos por la costanera de Ipanema, cuando el griterío de unas voces primero ininteligibles comenzó a hacerse más preciso. Eran dos niños cargando conservadoras de frío pequeñas, pero muy grandes para sus cuerpos, que venían andando a gran velocidad hasta una de las entradas a la playa. "Aguasheladágua" parecían decir. Era "Água gelada, água". Negritos, chiquitos, a paso rápido, seguramente para llegar lo antes posible a apoyar su valiosa carga enorme y pesada, y tal vez, también, para que se derritiera lo menos posible el hielo que vendrían cargando desde la favela. En la entrada se cruzaron con un papá que llevaba de la mano a un niño, de la misma edad, envuelto en una toalla y cargando su baldecito y palita de playa. 

Ucraniana

Aprendí, de palabras de Carmelia, que la escritora considerada brasileña Clarice Lispector, nació en realidad en Ucrania. Su familia emigró a Brasil cuando ella tenía sólo 2 años, y ella nunca quiso siquiera volver a su tierra natal. Se consideraba "carioca da gema" ("hasta el tuétano" podría decirse). Tan es así que su eterna figura, leyendo para siempre un libro con su perro Ulises a sus pies, soporta en bronce los diferentes climas del año, sentada sobre el murete de la Praia de Leme. Lindo lugar, y compañía, para pasar la eternidad. 


Comentarios

  1. Recién me doy cuenta que la foto del medio es arena con espuma dMuy buena la segunda parte del diario!

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