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Mostrando entradas de agosto, 2015

Extraña conversación fuera de tiempo y espacio

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Cuando ella entró en el bar, él ya la estaba esperando, igual que la primera vez. Le costó un poco localizarlo, porque se había dejado la barba y el pelo se le había encenizado de canas. Pero era el único hombre que estaba sentado solo y el único que la miraba fijamente con una semi-sonrisa socarrona en el rostro. Ya no la miraban así. Ella se acomodó instintivamente el pelo detrás de las orejas, como hacía años atrás, cuando aún lo llevaba largo, pero ahora los mechones cortos y rebeldes –las canas, aun bajo la tinta son como viejas empecinadas- volvieron a encresparse como las patillas de un gato. No importa, pensó, qué más da. Se le sentó en frente. Buscó en el aire su penetrante olor a cigarro, pero el tiempo había pasado y ya no dejaban fumar en lugares públicos cerrados. Aquel gesto seductor sobre una taza de café quedaría para otras intimidades, que ellos no volverían a tener. Él le tomó con la punta de los dedos la punta de los dedos de ella. -Ya no te comés las uñas – dijo...