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Mostrando entradas de julio, 2011

Los sitios que ya no están: otro tipo de fantasmas

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Me obsesiona cuando me entero de que un sitio que fue importante en mi vida ya  no existe. Parece algo trivial, pero si lo pensamos, es una noción fuerte. ¿Cuándo es la "última vez" que pisamos un lugar muy querido? Casi nunca lo sabemos, y cuando miramos hacia atrás en el tiempo decimos "pensar que ése fue el último día que estuve ahí". Estoy segura de que mis abuelos lo supieron. Cuando dijeron adiós en su pueblo de Polonia, a la madre temblorosa y al padre que se sacudía la tierra de las manos para darle un abrazo y desearle que en la América tuvieran una vida mejor que la que ellos podían brindarle ahí, estoy segura de que mientras el carro tirado por caballos se alejaba, con ellos sentados incómodamente sobre la madera opaca y manchada de lluvias, nevadas y soles interminables, junto al baúl con todas sus pertenencias, seguro que miraron hacia atrás hasta que las casitas dejaron de verse, hasta que los últimos árboles lejanos del bosque donde solían esconderse

De alondras y ruiseñores 4

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(Busca los capítulos anteriores en las etiquetas) Ni siquiera un cartel indicando su nombre figuraba en la fachada del edificio de la imprenta. Una puerta vieja, despintada, con vidrios opacos para evitar las miradas desde la calle, y un portero eléctrico de modelo antiguo era lo único que daba la bienvenida al visitante. -¿Si...? – se oyó una voz metálica por las ranuras del aparato. Ana no sabía cómo presentarse. -Vengo... por un presupuesto. Se oyó la chicharra de la cerradura liberada. Adentro, la imprenta era aun más impersonal. Un hall enorme la recibía donde no había espacio para cómodos huéspedes, sino que, por el contrario, la marcha del visitante era entorpecida por montañas de publicaciones, afiches, librillos, folletos apilados en toda la superficie del suelo. Cuando terminó de franquear los obstáculos, como recorriendo un intrincado sendero entre difíciles pastizales, pudo al fin alzar la vista y encontrarse con el hombre que la esperaba, sonriente, en la primera puerta

Un ciber cuento de los años 90

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¿Recuerdan a Sandra Bullock en "The Net"? Algo parecido.   Quienes transitaron la década de los 90 sexualmente activos y sin pareja, entenderán perfectamente este relato. Una voz de mujer nos llega desde una prehistoria del msn y el facebook, tiempo en que suceden cosas casi incomprensibles hoy. ¡Para bien o para mal! Pero las ansias de amor de los tantos y tantos que se buscan y no se encuentran en el mundo cada vez más vacío que habitamos, siguen siendo las mismas...   U na de esas noches de soledad, yo escribía otra carta sentada frente a la computadora.   La habían actualizado recientemente, y yo sabía que estaba pronta para algo que se llamaba "chat" en Internet, que era el típico vicio adolescente. Quise probarlo.   La computadora, igualmente, seguía siendo un modelo de varios meses, y no respondía con la rapidez que mi ansiedad me revolvía el estómago, así que presioné el ícono de "reducir", y me entregué de lleno a la carta. Al cabo de m